domingo, 1 de noviembre de 2009

Con motivo de cuarenta años de la publicación del libro Teatro Campesino

ALGUNAS BREVES REFLEXIONES


El hecho de haber escrito las obras del libro Teatro Campesino, publicado en 1969, es parte y producto de un proceso de histórico-social dentro del cual se generó un conjunto de sucesos y circunstancias que, actuando como factores – unos más decisivos que otros- incidieron en mi zigzagueante y prospectivo recorrido vital para arribar a, en un momento determinado, al cumplimiento de ese específico objetivo.
En apretada síntesis podemos enumerar dichos factores histórico-sociales de la siguiente manera:

1. El haber nacido y vivido enraizadamente hasta los catorce años en la “comunidad indígena” de Huamantanga, provincia de Canta, departamento de Lima, Perú, me dio la primera visión del mundo y el aprendizaje de mi primera práctica social con una base propiamente campesina.


2. A los catorce años de edad comencé los estudios de educación secundaria en la ciudad de Lima y ya en el tercer año de dichos estudios se definió mi inclinación hacia la literatura, la misma que se consolidó como vocación literaria y artística durante los estudios superiores para optar el título de profesor de lengua española y literatura. En ese lapso de estudios, leí muchas obras de poesía, de narración (principalmente novelas) y una gran cantidad de obras de teatro. Fue así que en 1956 respondí a la necesidad de estudiar teatro e ingresé a la Escuela Nacional de Arte Escénico y en 1960 recibí el título de actor en el Instituto Nacional de Arte Dramático, especialidad que, a falta de dramaturgia, me di a estudiarla con la idea de que así podría “conocer el teatro desde adentro”.

3. En el año de 1964 fui llamado a la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga para ejercer la función de Director de Extensión Universitaria y, a su vez, la de dirigir el Teatro Universitario de Huamanga. Este fue un hecho que cambió mi perspectiva respecto al teatro, para no hablar de los saltos en otros aspectos de mi desarrollo como intelectual y la apertura de mis ojos a la realidad política del país y del mundo.
Es en estas circunstancias que empiezo a escribir las obras de Teatro Campesino. Anteriormente (1958-59) había escrito una pieza teatral El Trueno sobre el Risco que, si vemos bien, es la primera que hice con el tema del campesinado que yo conocía desde niño. Pero la realidad de la ciudad de Huamanga, con una mayoría poblacional y transitoria de campesinos, y el conocimiento itinerante que aprendí yendo a los diversos pueblos del departamento de Ayacucho, profundizaron la necesidad de reflejar esa parte profunda del campesinado del Perú. Es allí de donde nacen los personajes del libro y la forma teatral y de lenguaje hablado de dichos reflejos escénico – teatrales.
Más: mi estadía de dos años en Ayacucho (64-65) coincidió con la segunda gran ola del movimiento campesino en el Perú, la misma que alcanzó una dimensión de quinientos mil campesinos moviéndose en la región centro-sur de la sierra peruana y que empuñaban en alto sus luchas en defensa de sus tierras y sus reivindicaciones más sentidas. Es decir, que Teatro Campesino responde, pues, a esa realidad social de lucha contra la opresión y la explotación de un sistema semifeudal y semicolonial más la tercera montaña del capitalismo burocrático. Ese es, como se puede constatar en dichas obras de teatro, el tema, el tono, el color, el sonido y la perspectiva de esa realidad.


4. Teatralmente: cuando llegué a Huamanga (1964) constaté que la formación dramática y escénica que había recibido no encajaba para reflejar la realidad de esa zona de Ayacucho y del Perú. Entonces recurrí a sacar lo mejor que la dicha formación teatral me podía dar. Y eso fue la aplicación de mi aún no clara comprensión de la brechtiana y de su técnica escénica. Pero fue precisamente en ese aspecto –el enfoque escénico- en que no avancé más a fondo y me quedé con recursos no muy pertinentes para un teatro popular en el Perú. Esta cuestión fue subsanada con el montaje de las obras que hicimos con el Grupo de Teatro Campesino, prácticamente obligados por la necesidad de presentar las obras en escenarios no convencionales sino, más bien, en cualquier lugar o espacio donde podíamos movernos frente a un público precisamente no teatral.

5. Se puede debatir, se ha debatido y, posiblemente se seguirá debatiendo sobre la cuestión de Brecht – Teatro Campesino. La respuesta es: en la realidad del pueblo peruano no se puede, ni se debe, tomar a Brecht tal cual su teoría y su técnica teatral y escénica. El problema se resuelve no con aplicación al pie de la letra, sino como aplicación creadora de lo que sirve y encaja a/y en la realidad social de las grandes mayorías del Perú y de Latinoamérica, tomando lo principal que hizo B. Brecht: aplicar la dialéctica científica al arte teatral.
Finalmente, es para mí un motivo de profunda y gratísima emoción de pueblo el hecho de que se haya plasmado algunos actos de rememoración de los cuarenta años pasados desde la publicación del libro Teatro Campesino. Es prueba, pienso, de las buenas huellas de ese paso que se dio en 1969, dentro del movimiento artístico teatral, para reflejar la realidad del campesinado peruano como parte del pueblo, el mismo que ha marcado un pequeño hito en el recorrido de quienes, día a día, nos preocupamos en poner el arte al servicio de las grandes mayorías populares que crean y lo hacen todo y que día a día con su inagotable brega hacen la historia. Por eso, reitero, vibro con emoción franca en esta especial y hermosa ocasión, generada por todos quienes, de una u otra manera, han participado para organizarla y hacerla realidad palpitante de cariño y de reconocimiento ante lo que, pequeñito o grande, es muestra de servir al pueblo de todo corazón. Resalto y hago presente el esfuerzo de mis hijos, particularmente de mis hijas Yrma Yoly y María Elvira, así como de mi compañera Yolanda Margarita, para quienes echo a volar campanas de alegría y satisfacción inauditas hasta ahora en este ya largo recorrido de mi vida. Cálidos saludos y abrazos a quienes han asistido a este encuentro de arte y cultura nuestra. Digo ¿nos veremos en cincuenta años? Y relevo lo oportuno y necesario de este gesto social en medio y a pesar de mi actual situación y condición en que vivo y brego por los más altos ideales del pueblo y de la humanidad en el mundo.

Gracias.
Canto Grande, octubre de 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.